martes, 1 de diciembre de 2009

Entrevista a Bermúdez



Resuenan todavía los aplausos cuando Carlos del Soto, artísticamente conocido como Bermúdez, se introduce en su camerino. Poco a poco, la sala comienza a vaciarse, y el buen ambiente se resiste a desaparecer por completo. Minutos después, tenemos la oportunidad de entrevistarlo.


El camerino está compuesto por una mesa, unas cuantas sillas (que nos ofrece para nuestro acomodo), y algunas pertenencias personales del artista. Después de, amablemente, posar para una foto, nos mira alternativamente para incitarnos a empezar nuestra ronda de cuestiones.


Pregunta: La primera pregunta es… ¿Cómo has empezado con esto de los monólogos?


Respuesta: ¿Con los monólogos? Pues con el programa de El club de la comedia. Yo soy actor. Bueno, domino varias disciplinas (risas). Soy actor, músico y tal. Pero estas cosas no te las planteas. Me salió porque me llamaron para hacer El club de la comedia. Al principio, me hablaron de monólogos y… Había visto monologuistas americanos sobre todo, pero cuando me lo dijeron, no sabía a qué se referían. Pensaba que sería algo más entroncado con los monólogos teatrales.


De repente, me tiré a la piscina y, a partir de ahí, me he aficionado. Más que nada porque es una disciplina que te ayuda a mantenerte en forma, no sólo como actor, sino a trabajar también. Por ejemplo, ir a salas como estas o a teatros, sin ningún tipo de montaje. Bueno, uno muy barato, lo que es el micrófono y el vestuario (risas).


P: Y a lo largo de esta trayectoria… ¿Nunca se te ha acabado la inspiración ni has tenido problemas de inspiración a la hora de hablar en los monólogos?


R: Todo está, más o menos, aprendido de memoria. Lo que yo creo que te puede pasar es que te quedes en blanco. Eso te pasa muchas veces.


P: ¿Y qué haces ahí?


R: Ahí, pues pedirle a Dios que te vuelva el ángel (risas). Pero, desde luego, yo debo de tener algún ángel… Lo que ocurre es que en esos momentos pasan unos segundos que para el público son, prácticamente, imperceptibles, pero para ti, como si fueran horas. Tienes la sensación de que se da cuenta todo el mundo. Luego, no se da cuenta nadie. Y, por suerte, siempre te vuelve. Procuras tener todos los itinerantes necesarios para que sea eso; sólo un momento. Después intentas retomarlo. A veces te comes un trozo importante. Hay que salir como se pueda ya que es una cosa que no te la esperas. Pero se sale.


P: ¿Y crees que se podría vivir sólo de esto, de los monólogos?


R: ¿De los monólogos? Solamente de esto, es difícil. Es una disciplina más, que está muy bien, pero en este país no hay una red de salas adecuadas para la oferta y la demanda que tiene. Si pudieras empezar el día 1 de enero y acabar el 31 de diciembre y hacer un total de 200 salas, pues según lo que te pagasen, imagino que sí.


P: Y en tu faceta de músico, ¿has estudiado en conservatorio?


R: Sí, sí. Percusión. No lo acabé (risas), porque tuve un agarrón con el catedrático de caja… Estaba estudiando y, aparte, tocando la batería en un grupo de rock. Un día tuve este agarrón y lo dejé. Me puse a estudiar piano con profesores particulares y no conseguí acabar la carrera. Pero vamos, luego he estado trabajando como músico mucho tiempo: tocando la batería, el piano, cantando…


P: Te veíamos en los Irrepetibles tocando el piano… Pensaba que eras músico, pero de piano, no de percusión.


R: En realidad el piano… Lo estudio, lo toco, pero sobre todo, en el caso de los Irrepetibles, para darle un poquito más al show. Como pasa también el programa de televisión. Lo uso, aparte, para cantar…


P: Para acompañarte a ti mismo…


R: Para acompañarme a mí mismo.


P: ¿Y te acompañas… cantando?


R: Lo intento, sí (risas). Pero me considero más batería que pianista. He tenido un recorrido, he acompañado a gente, he sido profesional… Con el piano, ha sido básicamente para enriquecimiento personal y para acompañarme cantando.


P: ¿Hay algo que te guste más que estar delante del público?


R: Pues sí. Ser público en un ambiente de teatro o viendo un concierto. Sí. Disfruto, tanto o más, cuando estoy en el patio de butacas que encima del escenario. Lo que pasa es que es totalmente diferente. Encima del escenario son otras sensaciones, estás de otra forma. Es el mismo rol, pero distinto. Cuando te dedicas a esto, no consigues verlo, muchas veces, como un espectador más, porque siempre estás viendo la interpretación del tiempo o todo lo que hay detrás del escenario: el montaje, las luces… Ves cosas que otra persona no se para a ver.


P: Y, cuando sales a tocar la batería o a hacer un monólogo, ¿es el mismo gusanillo en los dos casos?


R: No tiene nada que ver, es diferente. Cuando eres actor, utilizas tu cuerpo como instrumento y con la batería, es otro rollo. No eres tú mismo, sino que haces sonar un instrumento y te comunicas a través de él, pero no como persona. Hay menos carga personal.


P: ¿Y te sigues poniendo nervioso antes de actuar?


B: Sí, siempre. Lo que pasa es que con el tiempo, controlas mejor todo eso. Pero cuando quedan 5 minutos, empiezan las mariposas… (risas), aunque cuando tocas tablas, ya se te pasa. Pero ese momento de antes…


P: Si no tuviese eso, tampoco habría ninguna motivación…


R: Claro: Las ganas de gustar, qué va a pasar…


P: Luego cuando acabas, siempre tienes más satisfacción, ¿no?


R: Cuando las cosas van bien, sí (risas). Sino, te quieres morir. Depende de cómo has estado… No necesariamente con la respuesta del público. En este tipo de espectáculos, sí, porque notas si has gustado o no. Pero otras veces, sobre todo con el tema de la música, no siempre tienes la misma sensación. A lo mejor a la gente le ha gustado, y tú piensas “no he estado bien”. Luego, en otras, estás que te cagas y a la gente no le ha gustado.


P: ¿No tienes miedo a que no le guste a la gente tus monólogos?.


R: Cuando estás escribiendo, no tienes una referencia clara. Tú estás escribiendo y crees que algo hace gracia, lo sueltas luego, y nada. Después, en el escenario, haces hallazgos y los fijas. Hoy, por ejemplo, en el tema de las canciones, el rollo de que la gente participe, son cosas que se te ocurren… Yo no lo escribí en el guión. Cuando lo puse en práctica, me di cuenta de que funcionaba. Esas son cosas que no ves hasta que te lanzas. Ahí ves si la cosa funciona o no. Con la práctica es donde ves si lo que tienes es bueno o no. Si se lo cuentas a los colegas, pues a uno le puede hacer gracia, se puede reír… Pero es el público, el que no te conoce. Y luego, a parte, el decirlo. Porque un párrafo necesita también preparación en cuanto a los chistes, etc. No sólo decir lo que tienes escrito, sino cómo lo dices.


P: Y dos últimas cosas, para acabar…


R: Me enrollo… (risas)


P: No, no.


R: Sí (risas). Ahora mismo os doy una charla que os tiráis aquí hasta las 4 de la mañana (risas).


P: ¿Tienes algún proyecto?


R: ¿Proyectos? Sí, muchos (risas).


P: ¿Nos puedes decir alguno?


R: No, los proyectos no se dicen porque se gafan. Es verdad, ¿eh? Yo imagino que poca gente te lo va a decir, salvo que sea una cosa que ya se esté haciendo.


P: ¿Y a dónde vas a ir o algo tampoco?


R: Sí, bueno… Esta semana que viene a Pamplona. Luego a Madrid, tres días en el teatro…


Manager: … El 14, 15 y 21. Entramos en Cómicos de cine, una nueva programación que se va emitir en el territorio nacional… Es decir, hay cosas.


R: Sí, hay proyectos, pero no se dicen. A mucha gente le preguntaréis y no os lo dirá. Es una superstición que tenemos. A veces, ni se lo digo a mi parienta. Porque a las mujeres les gusta mucho… (imita un tono femenino): “¿Y dónde? ¿Y cuándo? ¿Y cómo?”. Y, al final, me digo: “no me van a llamar sólo por dar pistas”. (entra la propietaria de la Sala el Loco y se produce un leve silencio). Los has puesto tensos (risas). Estoy haciendo una entrevista a los muchachos (la aludida sale).


P: No, no, que sólo queda una cosa… ¿Nos podrías dar algún consejo?


R: Me sería muy fácil, pero prefiero no darlo. Los consejos se dan muy fácilmente pero no sirven prácticamente para nada. Cada uno tiene que vivir su propia experiencia.


P: Hoy en Valencia, en una semana en Pamplona…: ir moviéndote tanto, ¿eso qué, como se vive?


R: Nos gusta porque… tienes que vivir de ello. Gusta tenerlo. Pero acabas hasta los … de viajar. Al principio te gusta, pero cuando llevas mucho tiempo haciéndolo, pues lo que más te gusta es estar en casa tocándote los … (risas a causa de la exagerada pronunciación en la última palabra). Eso es lo que más te apetece. ¿Alguna cosa más? No quiero dejaros a medias…


R: No, no. Muchas gracias.


B: Muchas gracias.



Salimos del pequeño camerino entre sugerencias de fotos y despedidas agradecidas, con una certeza que nos hace sonreír: Bermúdez nos ha confirmado que queremos ser periodistas.



Para aquellos que no habéis podido verlo en direco, aquí os dejamos una de sus actuaciones.










Silvia

1 comentario:

  1. Muy buena entrevista! me imagino que debe haber sido un placer conocer a este hombre!

    ResponderEliminar